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2años en ETIOPÍA. Relato

ana seco seco
Ana Seco
abril 21, 2014
Hoy quiero compartir este relato que escribí tras el regreso de 2 años como voluntaria en Etiopía
Titulo: EL PRIMER DÍA DEL RESTO DE MI VIDA

Libertad, óleo sobre lienzo.

  Desperté sobresaltada y miré a mi alrededor temiendo encontrar una serpiente, o una tarántula. Respiré aliviada, el ruido que me había despertado  no era dentro de mi habitación, lo sentía  sobre mi cabeza , algo así como un murmullo de pasos livianos y metálicos que avanzaban  sobre el techo a intervalos.
 Eran las 6 de la mañana, pero la luz y el calor se filtraban ya   impacientes por las rendijas de la cortina. Cerré de nuevo los ojos tratando de hacer recuento de los acontecimientos del día anterior y de las impresiones que hasta ese momento acumulaba de aquella nueva tierra tan desconocida.
 El tiempo transcurrido desde que salí de la isla se podía contar en horas y  sin embargo, me sentía a años luz de mi país. Un intenso ardor que  recorría mis piernas interrumpió el hilo de mis pensamientos e instintivamente comencé a rascarme unas ronchas del tamaño de garbanzos sembradas desde los tobillos hasta los muslos. Intenté controlarme, sabía que no debía hacerme sangre; cualquier herida abierta multiplicaba las posibilidades de contagio. Conocía aquel escozor,¡vaya! pensé, acabo de llegar y ya tengo pulgas, deben estar en la manta. Aunque parecía limpia, se la veía muy desgastada por el uso. La arranque de la cama y la lancé al suelo. De todas formas hacía calor, aunque no lo había hecho durante la noche.
Pasee los ojos por la habitación. La madrugada anterior cuando llegamos, entre el cansancio y la excitación no había podido apreciar los detalles de aquel  minúsculo recinto que durante los dos años siguientes iba a ser: mi armario, mi estudio, mi capilla, mi refugio, mi casa……………………. mi todo.
 Las paredes y el techo eran blancos, parecían recién pintados. Como único adorno colgaba de la pared un simple crucifijo de madera. Su visión me tranquilizó, pensé que sería buena compañía en este trance, que poco sabía yo en aquel momento hasta que punto aquella imagen en la pared y lo que representaba jugaría un papel determinante en todas las situaciones; dramas y comedias en los que iba a participar en los siguientes años. En la habitación  había además una mesa pequeña de madera, una silla metálica, un armario y una mesa de noche.
 Sin moverme de la cama  agucé el oído por ver si volvía a escuchar el ruido metálico sobre mi cabeza, pero todo estaba en silencio, el silencio de la mañana. Respiré hondo y sentí la soledad, la incertidumbre y la duda, la gran duda que aún hoy no he podido sacudirme del alma. Tantas preguntas se agolpaban y siguen agolpando en mi mente cada vez que pienso en aquel lugar remoto y que sin embargo, hoy lo sé, representa a tantos otros lugares del mundo…………
 Me desperecé y avancé los dos pasos que me separaban de la ventana diminuta de la habitación, los barrotes y el mosquitero tamizaban la luz y  obligaban al ojo a esforzarse para ver a través de ellos. Lo primero que vi fue el tejado de chapa metálica de la construcción contigua y comprendí entonces los ruidos que me habían despertado. Una extraña paloma color malva con ojos amarillos caminaba sobre el tejado. Supuse que el techo del edificio en el que yo me encontraba también sería del mismo material. Tendría que acostumbrarme a esos y otros muchos ruidos desconocidos para mi hasta entonces como los desgarrados rebuznos de los burros moribundos desesperados ante los ataques de las hienas durante la noche.
.Las construcciones parecían bastante recientes si bien sabía que aquel recinto llevaba funcionando unos 20 años. No tenía una visión muy amplia desde aquella ventana, pero a la izquierda se podía ver con claridad la parte superior de la pared de más de dos metros  que separan el recinto del exterior. El muro estaba rematado con una corona de cristales rotos y  varias hileras  superpuestas de alambres con espinas. Inmediatamente vino a mi mente la imagen del guarda armado con fusil que la noche anterior  abrió  somnoliento la puerta metálica del recinto y había saludado con entusiasmo a la llegada de nuestro jeep, ¿era todo aquello realmente necesario?, nunca pude imaginarlo así. Había supuesto que la única amenaza real a mi integridad física iban a ser la Malaria o alguna infección tropical para la que no estuviera vacunada, pero nunca pensé que la gente pudiera ser agresiva y peligrosa hasta el punto de tener que tomar esas medidas.
  En aquél momento me sentí como una flor de invernadero que hubiera  sido transplantada a la selva, un ambiente extraño, hostil y diferente           a todo lo que había experimentado y vivido con anterioridad, .¿Como había llegado hasta allí dejando atrás las comodidades de mi casa, un  trabajo bien remunerado y estimulante, mi coche, mis viajes…. mi vida?, ¿sería capaz de vivir sin tele, sin coche, sin móvil, sin cine, sin conciertos, sin dinero, sin tiendas?,¿sería capaz de sobrevivir sin mis amigos, sin mi familia?.Siempre supe que no iba a ser fácil, llevaba meses preparándome física y emocionalmente. A mis 39 años ya no era una niña y sabía que iba a estar expuesta a todo tipo de carencias. Había empezado a racionar los artículos de higiene básicos, los medicamentos, e incluso la comida, con la intención de que el cambio no fuera tan brusco, había también aumentado gradualmente mis sesiones de ejercicio físico e incluso estaba practicando yoga. Me sentía fuerte y decidida, muchos habían sido los obstáculos y las pegas, pero yo me mantuve firme en mi decisión, me encontraba en un buen momento emocional y físicamente, o al menos, así lo creía yo . Además, el paso ya estaba dado y al fin y al cabo la decisión había sido mía, nadie me había obligado, y muchos ni tan siquiera animado, hubo quien incluso me dijo que tan solo el olor se me haría insoportable y volvería  a casa y las comodidades de nuestro mundo en un pis pas y con el rabo entre las piernas.       
. Sin embargo, tenía la sensación de que aquello era quizá más auténtico, más colorido y a pesar de que parezca una paradoja, también más rico

 Viendo las cosas ahora con más perspectiva y el filtro del tiempo, soy capaz de reconocer que aquel primer día que amanecí en la misión sería el primer día del resto de mi vida.
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